domingo, 23 de agosto de 2015

QUE NADIE DUERMA...



Nessun dorma -  Que nadie duerma

Turandot, la Pura,será la esposa de aquel que, siendo de sangre real, resuelva los tres enigmas que ella le propondrá. 

Pero el que afronte la prueba y resulte  vencido ofrecerá al hacha su cabeza soberbia.

Así reza el edicto impuesto por la bella pero fría y sanguinaria princesa Turandot y que ha llevado a la muerte a decenas de aspirantes subyugados por su inigualable belleza.

El príncipe Calaf se ha sometido a la difícil prueba y ha logrado resolver los tres misteriosos enigmas de Turandot.


 ¿Cuáles son?:

-¿Qué es lo que nace cada noche, muere cada amanecer para renacer en el corazón? 
La esperanza.

-¿Qué brilla, es ímpetu y ardor como una llama, pero no es fuego? 
La sangre.

-¿Qué es como el hielo, pero te hace arder? El hielo que enciende tu llama: 
Eres tú Turandot.

Ahora le toca reclamar la mano de la fría princesa, quien ha quedado a merced del hasta entonces desconocido vencedor. Pero la derrotada princesa  rehúsa a cumplir con el juramento sagrado que la obliga a ser esposa del hombre que adivine sus enigmas, por lo que ruega a su padre, el emperador de China, que no la entregue al extranjero.

El desconocido príncipe, viendo temblar de miedo a la princesa por primera vez, le propone un enigma: “Mi nombre no sabes, dime mi nombre... dime mi nombre y al alba moriré”.

Nessun dorma (Nadie duerma) ¡Nadie duerma! 


Los heraldos de la princesa Turandot esparcen el decreto por todo Pekín. Nadie dormirá esa noche hasta que se encuentre a alguien que conozca el nombre del extranjero.

Mientras Turandot y sus guardias recorren la ciudad atemorizando a la gente en su afán de descubrir el nombre de Calaf, éste, posado en una escalera, contempla las estrellas y, seguro de su victoria, espera con ansia la llegada de la mañana.


Llegado el alba sin que Turandot haya adivinado el nombre, Calaf le declara su amor, pero la princesa le ruega que parta, pero él rehúsa y le confiesa su nombre; Turandot, conmovida por su sinceridad, proclama que el verdadero nombre del desconocido es: Amor.

Turandot
 “Nessun dorma”
Puccini

¡Que nadie duerma!

¡Que nadie duerma!

¡Tú también, princesa,

en tu fría estancia

miras las estrellas que tiemblan

de amor y de esperanza!

¡Mas mi misterio

se encierra en mí,

mi nombre nadie sabrá!

¡No, no, sobre tu boca lo diré,

cuando resplandezca la luz!

¡Mi beso deshará

el silencio que te hace mía!

VOCES
¡Su nombre nadie sabrá...

y nosotros, ay, debemos morir! ¡Morir!¡Noche, disípate!

¡Estrellas, ocultaos!

¡Estrellas, ocultaos!

¡Al alba venceré!
¡Venceré, venceré!

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